domingo, 27 de agosto de 2017

Fundamentos filosóficos

Reflexiones varias

Por: Fernando Alejandro León Avelar.


El precedente del mejoramiento práctico de los procesos educacionales.

El concepto se refiere a la reflexión crítica y al asentamiento de bases sólidas en todos los actores involucrados en el proceso educativo, esto generalizado para todos los niveles. En otras palabras, implica el trabajar y el ensanchar más una óptica multidisciplinar que como señala Ramos (2005): “[El mejoramiento práctico] posee como importante precedente la reflexión crítica y el asentamiento de sólidas y multidisciplinarias bases científicas de la labor de los profesores, directivos y del resto de sujetos implicados en dicho proceso” (p.1) es decir, el precedente necesario para el mejoramiento de los procesos educacionales es una práctica constante que permite pensar el acto educativo, en sus fundamentos, en sus propósitos y preguntarnos sobre la razón de ser del todo y su orientación, para lo cual el estudio y la fundamentación -como se dijo- se enriquecen con el aporte de cada disciplina para alcanzar una mejor comprensión de los fenómenos u objetos de estudio abordados.

En un sentido más amplio, la reflexión tiene que ver sobre con la forma de aproximar e interpretar la realidad, no sólo contextualmente sino en la construcción de una comprensión que pasa por el entendimiento de lo ontológico (es decir, sobre la existencia), lo epistemológico (para discutir sobre la veracidad y la validez del conocimiento) y lo axiológico (con la aproximación a los valores), el hecho educativo trasciende entonces la individualidad de cada disciplina y se sustenta a partir de la reflexión filosófica, política y las visiones de los teóricos que de alguna manera han ido impregnando y siguen inspirando el quehacer docente y la práctica cotidiana desde la vivencia en las aulas.

Importancia de la reflexión filosófica sobre la educación

La primera consideración al respecto es que la filosofía y la teoría no pueden estar separadas, el pensarlo o siquiera sugerirlo así, supone una desconexión del acto educativo como lo concebimos y pasaría a verse del todo como un acto mecanicista, o un asunto meramente reduccionista; es decir, el proceso educativo no puede verse desligado del esfuerzo reflexivo que implica además el enriquecimiento en las maneras de ver, sentir, apropiación, percepción y la comprensión estructural de la sociedad misma, de las formas de ver, de las interacciones, discursos e incluso de las vivencias para hacer una referencia conceptual más de corte etnográfica, pues ciertamente sería a partir de las interacciones donde se dan la comprensión de la realidad social y de la vivencia comunitaria.

En otras palabras lo que está de fondo implícito es el cuestionamiento de una relación largamente probada como lo es la teoría/práctica en un entorno social, mismas que de ninguna manera podrían separarse o mutilarse para prescindir una de la otra. Nos dice Bredo (2002 en Ramos 2005) que “La filosofía parece estar experimentando una marginalización creciente hoy” y refuerza Chávez (2003; también en Ramos 2005, p.2) “Hoy por hoy la filosofía de la educación goza de reconocimiento mundial, lo que no excluye que exista un fuerte debate en torno a la esta disciplina teórica” lo cual reivindica el papel de la reflexión filosófica y su recurrencia en educación como una práctica constante para fundamentar tanto la teoría como la práctica, que no deberían estar separadas de la filosofía.

Humanización de la actividad educacional

La actividad educacional “será en mayor medida, y de manera más consecuente y efectiva, una actividad auténticamente humana y responderá cada vez de manera más plena y multilateral a su encargo y deber ante la sociedad…” Porque es el pensamiento filosófico -y no otro- el que sustenta la práctica educativa dándole solidez y respaldo teórico, forjando no sólo a individuos sino a la sociedad en su conjunto de cara a un mundo globalizado, se ve entonces al proceso educativo como una construcción permanente y al mismo tiempo como algo más integral, al tiempo que se reivindica el análisis filosófico que es el de pensar sobre el hecho de pensar y pensar lo pensado (es decir, con un esfuerzo metacognitivo) y se contempla en la práctica educacional, en la vida de sujetos y los grupos de sujetos en interacción.

Se aspira a una sociedad más inclusiva, a una sociedad más justa y con mayor equilibrio, lo cual sólo podría ser sostenible en el tiempo bajo el cumplimiento de un modelo más inclusivo, que trae implícito además el cuestionamiento sobre el individuo y su entorno, se requiere pues de una visión más humana, que dignifique el propósito de la educación y al individuo en interacción social: “el hombre existe y se vincula con los objetos y procesos que le rodean” (Ramos 2005, p.3) lo que describe la naturaleza social y la esencia misma del individuo. El autor reivindica lo humano, de cara al bombardeo de los medios de comunicación, poniendo a la escuela y al maestro en un lugar que la posmodernidad se ha esforzado permanentemente en querer sustituirlos, esto pone una interrogante latente ¿Cómo conocer la realidad si nos rehusamos a salir de la caverna y preferimos seguir viendo las sombras desde nuestra zona de confort?

El valor fundamental de la educación sería el fin de forjar personas, individuos que se integran y participan activamente en sociedad, agentes de cambio y en efecto no se trata sólo de chorrear contenidos para saturar (por supuesto hay conocimientos 'inconturnables', pero en dónde dejamos a la reflexión crítica, el desarrollo de la sensibilidad y la empatía por la otredad), es la formación de los individuos lo que importa en todo el sentido integral de la visión, pues a fin de cuentas son estos quienes con sus acciones u omisiones conforman el conglomerado social.

Pensar en enseñar a pensar

Pensando en problemas actuales que enfrentamos y en la lógica de dónde salieron (Calentamiento global, xenofobia, fundamentalismos, guerras...,aislamiento por la tecnología, entre muchos otros posibles) es como si en términos educativos aplicáramos aquella sátira que circulaba hace unos meses en forma de meme que decía algo así como "Dios, pero qué hicimos para merecer esto, si pensáramos en lo que no se ha hecho o lo que se ha hecho con negligencia desde la escuela y la sociedad nos insertaríamos en el cuadro siguiente que decía algo así como "ah sí, ya me acordé" aceptando la irremediable consecuencia de nuestros actos y omisiones. El siguiente paso no sería la culpa, sino el hacer la diferencia desde las aulas, enseñar a pensar, a cuestionar, no a repetir y obedecer ciegamente, eso sí es posible fomentarlo desde la práctica cotidiana.

En efecto los esfuerzos deben ser concatenados para el mejoramiento permanente de la sociedad y de los individuos, como inspira aquella frase de sir Isaac Newton: "si puedo ver tan alto, es porque estoy parado sobre hombros de gigantes", no debemos renunciar a ello, aunque suene optimista, es posible descubrir nuevas aplicaciones a partir de las bases filosóficas y la reflexión que impulsaron los que estuvieron antes que nosotros y si logramos encender esa chispa de curiosidad en los estudiantes no dudo que nuevos Einsteins y Curies logren surgir de las aulas. Saludos cordiales.

Fundamentación teórica como una necesidad permanente

El querer saltarse el marco teórico o la fundamentación que hay detrás de un proyecto, una idea, un plan sería nefasto, el sólo hecho de pensarlo hace inevitable el imaginar algo antojadizo, sin objetivos, cambiante e inservible por ende. La reflexión conduce a perderle el miedo y entrar a los conceptos y a la teoría (teorizar) creo que eso hace más robusta nuestra formación llevando así la comprensión del objeto de estudio y la vivencia del acto educativo a puntos que escapan a quien sólo tiene un manejo operativo y mecánico -rudimentario- de los conceptos de base, esa creo que sería la diferencia entre lo que popularmente se dice 'un mercader de la educación' (ejemplos hay muchos) y alguien que entiende y reivindica la vivencia del acto educativo, se hace referencia a "la trascendencia de la verdad", dar ese paso cualitativo en la manera de abordar los objetos de estudio con los que tratamos.
Autocrítica y reflexión

La capacidad de autoevaluarse, lleva a cuestionar si en principio todos los docentes tienen esa capacidad desarrollada desde el principio, se podría pensar que la capacidad viene ligada a otros aspectos como la madurez y la estabilidad mental/emocional de cada individuo, podría ser una destreza que sólo se fortalece a través de la práctica concienzuda, la experiencia y la resiliencia que sólo se van desarrollando con los años. Por supuesto la formación académica algo aporta, pero también hay un crecimiento de la persona y este es el que más pesa, en este caso el docente y no necesariamente todos tienen a ciencia cierta esa capacidad desarrollada, en efecto, no se podría esperar que la academia nos diera todo.Uniendo con lo que expone Ramos, rescato además el que no se podría renunciar a lo filosófico como proceso de fundamentación y respaldo de la actividad docente.

A modo de cierre

La educación es una actividad intrínseca y natural a cualquier actividad humana, con mayor razón refiriéndonos a la matemática y la enseñanza. En la línea del autor, se valora el hecho de teorizar como una práctica permanente, lo cual debe ser rescatado de cara a una educación que como señala, en tiempos globalizados responde más a una lógica de mercado que a una necesidad de formación integral y que capacite a los educandos para poderse desarrollar como individuos responsables en una sociedad con múltiples desafíos. Por supuesto queda mucho por hacer, pero el tener la conciencia sobre la necesidad de pensar como una práctica constante es ya un comienzo en la vía de alcanzar una educación de calidad y que estimule la reflexión sobre ella misma, sobre las formas de pensar y el porqué pensamos y asumimos los procesos educativos tal cual como los interpretamos desde la vivencia cotidiana en el entorno aúlico.

Referencias

Ramos, G. (2005). Los fundamentos filosóficos de la educación como reconsideración crítica de la filosofía de la educación. Revista Iberoamericana de Educación. Recuperado de http://rieoei.org/1023Ramos.htm [Consulta 14 de junio, 2017].




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